martes, enero 16, 2007

Sierra de Perija...revisited

Cinco cosas que no saben de mí

He aquí el Meme 1 de 5 que mí querida amiga Consuelo me pauto desde su taguarita:


1.- Aconteció en el municipio Mara del Estado Zulia, regresando de permanecer por casi un mes en el medio de la nada muy cerca de la frontera colombo-venezolana de la selva tropical húmeda de la cual tengo un post aquí, en la época mas fuerte de las vaguadas de Febrero sobre el espesor salvaje de tan húmeda jungla; me encontraba tratando de franquear una de las vertientes alimentadoras del rió Socuy.

La potencia y el poderío del agua en los momentos de la estación mas lluviosa de estas latitudes geodesias me regalaba los sonidos desde casi 500 metros de distancia antes de toparme con el posible cruce para regresar al poblado de Cachiri y tomar el autobús vallenatero que me retornaría a la ciudad mas caliente que haya conocido y vivido jamás.

Las rocas de esta vertiente en constante moldear de sus formas, tamaños y colores apenas se percibían debido a la crecida de agua, la cual me llevaría a una de las experiencias en las que he producido el mayor sumario de adrenalina en mi humilde inquieto y aventurero cuerpo mortal.

El ancho del rió destacaba por tener una anchura de cruce de mas de 25 metros, restos de troncos de macizos árboles caídos por el peso del agua de las tormentas eran arrastrados por la fuerte corriente rió abajo a las desembocaduras del golfo de Venezuela del municipio Páez, allí me encontraba entre las dos orillas en tres diatribas:

¿Como cruzar hacia el otro extremo sin cuerda extensible sin tener a Batman de compañero expedicionario?

¿Regresar 45 minutos a pie y sin comida y a subida a pernoctar en una choza wayuunaiki abandonada y parcialmente quemada que me topé de bajada hasta que pase la temporada de lluvia faltando más de un mes para ello?

¿Enfrentar el rió y sublevarse al destino de lo que pueda pasar en el intento?

Me decidí por la tercera opción.

El afluente hacia sonar a las piedras, y cada vez que me adentraba mas y mas reteniéndome como si de un tercer pie se tratase de mi listón guía leky entre las rocas, el sonido pasaba de un estereo a un dolby 5.1, disfrutaba del sonido como pocas veces he podido hacerlo, hasta que en la mitad de la travesía mi pie resbalo de una de las rocas, golpeándome con otra en la crisma, después de ese micro segundo pude sentir que ya me encontraba mojado de pies a cabeza y siendo arrastrado por la corriente al menos a casi 40 kilómetros por hora.

Fueron a casi 60 metros después en los que pude reaccionar e ingeniármelas salvajemente para aferrarme a una roca con ambas manos que sobresalía rodeada de espuma por encima de su picacho, afortunadamente era lo suficientemente grande como para poder sentarme encima de ella para pasar el shock y la c….n de estar a punto de ser comida para los peces del golfo de Venezuela.



Recuerdo haber estado sentado allí como por 30 minutos (¡La foto del descansito se las coloque mas abajo!) hasta que un trío de niños indígenas de la etnia Wayuu después de pasar un agradable momento de risa al verme como perro lanudo bajo la lluvia se las ingeniaron para romper una liana de un árbol y arrojármela hasta mi humanidad empapada y a mis todavía trémulas manos y así terminar de atravesar esta vertiente de la cual nunca jamás me olvidare ya que llevo en mi una cicatriz del corte de la roca en mi pierna izquierda.

Perder casi la vida haciendo lo que te gusta no tiene precio, para todo lo demás existe Master Card



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